miércoles, 9 de junio de 2010

Ya estaba claro que era una vaca distinta. Así que empecé a andar por el campo y cuando me di cuenta estaba en la ciudad.

Cruzaba la calle cuando el semáforo estaba en rojo, me paraba en medio de la calle, la gente me gritaba, saltaba por encima de los coches, pues como acababa de nacer no sabía las normas de la ciudad.

Mientras, en la granja todos me estaban buscando, pero no me encontraban por ningún lugar. Esa misma tarde el dueño de la granja fue a la ciudad a hacer unas compras y en la entrada de un supermercado me encontró. Estaba muy triste porque no sabía dónde ir. Mi dueño me cogió y me dio de comer y me llevó a la granja con mis padres y nunca más me separé de ellos.


 MIGUEL ÁNGEL CARMONA DEL MORAL (6º C)


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