miércoles, 19 de mayo de 2010

AMÉRICA, NO EXISTE?¿?

LA HISTORIA QUE NUNCA ACABA !!!

Un día, Colón no podía aguantar más con su curiosidad y decidió que diría toda la verdad al rey y que dejaría, si ese era el modo de pagar por su mentira, que toda la corte se riese de él. Otra solución que se le ocurrió fue encontrar realmente una ciudad, y en eso pensaba cuando dudó de lo que dijo Américo:

-¿Y si es cierto lo que dijo y esa ciudad existe de verdad? -pensaba con rabia-. He de saberlo.

Se fue decidido hacia la habitación de Américo y, a unos pasos de la puerta, oyó unos ruidos.
- ¿Quién es a esta hora?-preguntó.
- Soy yo, Colón.
- Ah, pasa, pasa.
- ¿Qué eran esos ruidos?
- Es que estaba durmiendo, soy viejo y me da sueño. Aunque claro, teniendo en cuenta que vienes a las cuatro de la mañana...
- Es que tengo que preguntarle algo. La tierra que dijiste que existía al rey, ¿es verdad o mentira?
- Eso lo tendrás que descubrir tú, Colombino. Y ahora, a dormir.

Colón no podía dormir con la respuesta que le había dado su amigo, así que, muy sigiloso, cogió un remo, una vela, unos troncos y algo de comida como para un mes y fabricó un barco para ir a ver si existía una tierra donde dijo que lo había.

Al día siguiente, cuando ya era de día, el rey despertó lleno de tristeza al saber que el pequeño Colombino, que ya era un adulto, se había marchado de nuevo, después de tantos años sin haberlo hecho.
Después de días de navegar y de semanas sin desesperar, llegó a una islita que no figuraba en el mapa. Echó el ancla, bajó del barco, con el cargamento de comida y quedó maravillado con las casas que encontró. Era un pueblo con callejuelas estrechas, con sol y sombra en cada esquina y con mucho verde a su alrededor. Allí encontró a una mujer llamada Yamira que le condujo hasta la más preciosa vista, una vista en la que se veía a niños jugando, a mujeres lavando la ropa, a pájaros que tenían una cola de mil colores y que los iban dejando en el cielo... Aquello era precioso, tanto que no lo delataría jamás.
A su llegada con el rey, le dijo:
- Ya estoy aquí, mi rey. He vuelto.
- ¡¡Colón, Colombino!! Has regresado. Dime, ¿qué has encontrado esta vez?
- No lo diré, pero he encontrado un lugar en el que no hay diferencias, todo es bonito, sin desgracias ni lágrimas. Tal lugar, que nunca diré nada de él.
- ¿Por qué, mi querido Colón?
- Porque no soy digno de hablar de él.

Esta historia puede ser verdad o mentira, porque todavía hay mucho que descubrir, y nadie sabe qué es.

AZAHARA MENOR RINCÓN (6º C)

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